El dentista para un niño es como un médico que cura sus dientes.
Bien, ¡Nunca hay que dejar que se hagan los tratamientos a la fuerza, ni atados a una camilla, ni que los padres no estén presentes si el niño tiene miedo!
Por favor, no hago más que encontrar niños traumatizados por hacer a la fuerza los tratamientos, con el consentimiento de sus padres, porque “es por su bien”. Yo digo: ¡nunca más!
Los niños son los pacientes del futuro y así no vamos a ninguna parte. Todo lo contrario, llegan a mi clínica, con experiencias anteriores tan lamentables, se ponen a llorar nada más verme, se niegan a todo, y sus padres se desesperan.
Esto es normal si te han quitado un diente en cada cita a la que has ido, o te han atado a la camilla, o tus padres no pueden estar para apoyarte…
Después de estas experiencias, hay que reconducir todo a base de paciencia y hablar con el niño para ganarse su confianza.
El proceso requiere una cita de contacto, para conocer al niño y a sus padres. La segunda cita poder verle con un espejo la boca, para diagnosticar. En la tercera poner fluor con bastoncillos para que coja confianza y cuarta cita para hacer un empaste, tratamiento de flúor, lo que sea necesario.
Es muy importante que el niño encuentre un dentista amable, paciente, que no pincha, no hace daño y no le engaña en ninguna circunstancia.
Los niños tienen que venir al dentista para poder prevenir problemas en sus dientes y en su crecimiento, pero con una tranquilidad y un buen ambiente, que propicie su colaboración.
Dra Isabel Counotte García
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